Contratar a un traductor profesional: 6 consejos

contratar a un traductor

Las empresas de todos los tamaños se internacionalizan cada vez más. Cualquier persona puede, desde su casa, montar una página de comercio electrónico y vender a clientes de toda Europa. Además, con un impacto de la crisis bastante más fuerte en España que en el resto del continente, puede ser una solución de crecimiento para cualquier empresa ir a vender sus productos o servicios más allá de las fronteras.

Para eso, es necesario comunicarse con los futuros clientes en su idioma. Y por supuesto, la traducción tiene que ser ejemplar: nada en el texto traducido debe indicar que se escribió en otra lengua. Los lectores tienen que sentir que una empresa de sus país les está hablando.

Pese a disponer hoy en día de muchas personas que manejan varios idiomas (estudiantes Erasmus, ciudadanos europeos residentes en España), y de programas o páginas de traducción automática, una buena traducción es un servicio más dificil de conseguir de lo que se puede pensar. A continuación, indicamos unos consejos para elegir a un buen traductor.

1- Confiar en un profesional

¿Dejaría la redacción de un texto importante a cualquier persona de su organización? Probalemente no, porque cada persona tiene su propio estilo, un nivel de lengua española distinto y unos conocimientos específicos. Si tiene que dirigir una campaña de publicidad orientada a unos jóvenes, es probable que no la redacte una persona cerca de la edad de jubilación. Si quiere explicar unos conceptos económicos complejos, buscará la persona de su equipo que mejor domine el tema.

La traducción no es un acto autómatico. Los idiomas no se traducen palabra por palabra de forma independiente. Muchos sustantivos y expresiones no tienen una correspondencia directa en la otra lengua. Muchas otras tienen varios sentidos según el contexto. Un buen traductor es primero alguién capaz de entender perfectamente el sentido de lo que tiene que trasladar para poder expresarlo de nuevo en el idioma objetivo. Para eso no valen los traductores autómaticos, que producen un galimatías que a veces permite entender el sentido general del texto, pero con un desorden tremendo y unos contrasentidos importantes en la traducción de numerosas palabras. En general, tampoco vale una persona solo por conocer las dos lenguas (como un estudiante Erasmus o un residente extranjero), salvo que sean perfectamente bilingües, dominen el tema del texto a traducir y redacten con el estilo apropiado.

Confiar el trabajo a alguien que no sea profesional es tomar un riesgo muy grande. Puede que tener el menú de un chirringuito de playa en un inglés, francés y alemán desastrosos le de un toque divertido a la experiencia, pero en general el daño para la imagen de una empresa que tenga traducciones erróneas, oscuras o aproximadas es tremendo. El usuario pensará: “¿como voy a confiar en esta empresa si no sabe expresarse correctamente?”

2- Buscar a un traductor que trabaje hacia su idioma materno

Pocas personas son capaces de dominar los matices de varios idiomas. Incluso una persona bilingüe suele tener más facilidades en un idioma que en otro. Por eso recomendamos que confíe sus traducciones a personas que trabajen hacia su idioma materno. Además, siempre será mejor si la persona vive o ha vivido en el país donde se quiere emitir el documento. Es obvio que el castellano que se habla en España no es el mismo que el que se habla en Argentina, Colombia o México. De la misma manera el francés hablado en Francia es diferente del de Bélgica, Suiza o Canadá. Lo mismo ocurre con el inglés de Reino Unido y de Estados Unidos.

Algunas pocas personas bilingües serán capaces de dar un resultado igual o mejor que un nativo, pero no es lo habitual, así que aconsejamos con más motivo pedir garantías y referencias.

3- Desconfiar de los “chollos”

Un buen comprador siempre desconfía cuando se encuentra con precios muy por debajo del mercado. Cuando ocurre, busca más información y la garantía de que el producto o servicio que va a comprar tendrá la misma calidad que otro de un precio más alto. Para el servicio de traducción pasa lo mismo. Como indicamos anteriormente, hay muchas personas que potencialmente se pueden ofrecer, algunas a precios muy bajos, como algún estudiante que busque un complemento de ingresos.

Para comprobar la calidad de un traductor, dos consejos: pedirle una muestra de traducción gratuita y ver sus referencias. La muestra de traducción suele ser un texto corto que trate del mismo asunto que el texto que necesita traducir. Una vez que lo tenga lo puede pasar a alguien de confianza que domine perfectamente los matices del idioma para que opine. En cuanto a referencias, no se trata solamente de los nombres de las empresas a las cuales el traductor dio servicio, sino de ejemplos de textos traducidos, que igual que la muestra, se pasan a una persona nativa para comprobación.

4- Dar un plazo razonable

Si ha tardado un mes en redactar su campaña de marketing o sus informes financieros, no es razonable exigirle al traductor una entrega en dos días. Traducir es un ejercicio de redacción que toma tiempo, ya que hace falta en muchos casos cambiar el giro de una frase para adaptarla a la otra lengua. Pedir un plazo muy corto podría tener un impacto significativo en la calidad del servicio. Además, en caso de urgencia, un traductor profesional le puede pedir una tarifa bastante más elevada.

5- Entregar un texto de calidad y acabado

La calidad de la traducción dependerá en gran medida de la calidad del texto original. Es de sentido común: si proporciona un texto bien redactado y facil de entender, el resultado de la traducción también lo será.

Además, evite entregar al traductor una versión que no sea la definitiva. A parte de los errores que suelen ocurrir al trabajar con varias versiones de un mismo texto, las modificaciones pueden suponerle una pérdida de tiempo muy significativa a la persona que está traduciendo. Posiblemente le pedirá un suplemento por el tiempo adicional. Si no tiene más remedio que hacer modificaciones, tenga la precaución de apuntar todos los cambios e indicarlos precisamente al traductor: ganará tiempo y reducirá el riesgo de errores.

6- Establecer un diálogo continuo

Si traducir un texto no es automático, entonces es probable que durante la traducción le puedan surgir dudas al traductor. Hasta el mejor puede dudar del significado de una frase y su profesionalidad exige que le pida aclaraciones. Del mismo modo, es frecuente que el traductor encuentre algún error en la versión original del texto, y su deber es comunicarlo.

Es importante que lea (si entiende el idioma) o haga leer el resultado de la traducción. Podría pasar que el traductor haya entendido mal alguna idea, y en consecuencia este mal traducida.

Establecer un diálogo con el traductor le permitirá resolver las dudas de ambas partes y conseguir el resultado buscado.

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