Cuando se estudia la situación financiera de una empresa, o un proyecto de inversión plasmado en un plan de negocio, es habitual diferenciar entre coste y gasto. Pero, ¿Existe realmente tal diferencia o simplemente se trata de un abuso de lenguaje destinado a diferenciar con palabras a conceptos ligeramente diferentes? Te voy a dar mi propia definición de ambos conceptos.
¿Qué dice la RAE?
Según la Real Academia Española, un gasto es “la cantidad que se ha gastado o se gasta”. Como puedes ver, se trata de una definición muy amplia. La RAE define además el coste como “un gasto realizado para la obtención o adquisición de una cosa o de un servicio”. De nuevo, se ve un término muy general. Sin embargo, merece la pena mirar cómo define la Academia el coste de producción: “conjunto de gastos para la producción de bienes y servicios”.
Mi propia definición
Cuando analizo un proyecto de empresa, o los resultados de un negocio, mi definición del coste se asemeja mucho a la definición del coste de producción de la RAE. Para mí, la diferencia entre coste y gasto es el grado de relación con la producción o la comercialización de bienes y servicios. Un coste es algo que se relaciona directamente con esta producción, mientras un gasto es algo más general.
Veamos un ejemplo más concreto
Imagina una empresa de producción de clavos. En esta empresa, hay un área de producción, con obreros que fabrican clavos ayudados con máquinas. Esta compañía también tiene un departamento de administración con personas que llevan temas como las nóminas o la contabilidad.
Para mí, los costes serían:
- Las compras de materias primas (el acero para hacer los clavos)
- Las nóminas de los obreros
- La amortización de las máquinas
- Los gastos de energía (luz) de las máquinas
A cambio, los gastos serían:
- El alquiler del local
- Las nóminas del personal administrativo
- La amortización de los equipos informáticos del personal administrativo
- Los servicios exteriores como gestoría, seguros, etc
- Los gastos generales de suministros (luz del local, agua, teléfono).
De este ejemplo se ve que lo que se puede relacionar directamente con la producción de los clavos serían costes, mientras gastos serían los que no se relacionan de forma tan evidente.
Puedes ver que hay costes y gastos fijos o variables:
- La compra de materia prima es un coste variable (depende del volumen de actividad)
- El sueldo de los obreros es un coste fijo (no depende directamente del volumen de actividad, aunque obviamente, hay escalones de incrementos en función de las necesidades de producción).
- El alquiler del local es un gasto fijo.
- El coste de gestoría podría ser un gasto variable, imaginando que se pagase por número de facturas contabilizadas.
Las fronteras son difíciles de definir
Como esas diferencias se crean de una forma un poco arbitraria por motivos analíticos, es posible que algunas partidas sean costes para uno y gastos para otros. Volvamos al ejemplo de la empresa anterior y pensemos en el departamento comercial.
¿Qué pasaría con las partidas relacionadas con el transporte? En la mayoría de los casos habría un consenso para decir que son un coste de comercialización. Sin embargo, el tema del sueldo de los comerciales, o de las partidas asociadas (coche de empresa, ordenador), puede hacer objeto de más debate. Unos considerarán que son claramente costes de comercialización, mientras otros defenderán que se trata de gastos generales.
Pero, al fin y al cabo, no importa tanto la convención de lenguaje que se utiliza, sino que se aplique el mismo método de análisis para comparar dos proyectos similares. De eso trata el control de gestión y la contabilidad analítica: tener instrumentos comparativos de decisión. Lo más importante, es que todo el mundo comparta las mismas definiciones en cada caso concreto.
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